Alina
Estoy en los brazos de Damon, con la respiración aún entrecortada. Su corazón late con fuerza contra mi mejilla, y sus manos recorren suavemente mi espalda como si buscara asegurarse de que soy real, de que estoy aquí, con él. El cuerpo de Caelan yace detrás de nosotros, inmóvil, su sangre aún tibia formando un charco oscuro sobre la hierba.
— Se acabó, murmura Damon contra mi cabello.
Cierro los ojos, mis dedos se cierran sobre su camiseta.
— Sí, se acabó...
Pero entonces, ¿por qué persiste una sombra en mi mente? ¿Por qué un miedo sordo, visceral, sigue apretando mi pecho?
Damon me suelta lentamente, sus manos enmarcando mi rostro. Su mirada de un azul helado sondea mis ojos con una intensidad casi dolorosa.
— ¿Estás bien? pregunta.
Asiento, aunque sé que es una mentira.
— Sí... creo.
Su pulgar acaricia mi mejilla.
— Alina... has sido increíble. Hiciste lo que tenías que hacer.
Asiento, pero mi corazón está pesado.
Damon se incorpora, y lo sigo. Jared