Damon
La noche es silenciosa. La manada se ha retirado a las profundidades del bosque después de la lucha de Alina contra Caleb. Yo permanezco aquí, en el centro del círculo de piedra, con la mirada fija en ella.
Alina está sentada sobre un tocón, con la espalda recta, la respiración aún ligeramente entrecortada tras el esfuerzo. La luna ilumina su piel con un pálido resplandor plateado, y la sangre seca en su brazo contrasta violentamente con la suavidad de sus rasgos. Sin embargo, parece serena.
Me acerco a ella, sin una palabra. Mis dedos rozan su mejilla, delineando el contorno de su mandíbula.
— Estás herida, murmuro.
Ella levanta su rostro hacia mí, sus ojos dorados brillando en la oscuridad.
— No es nada.
Me agacho frente a ella, mis manos deslizándose a lo largo de sus brazos. Siento las huellas de la pelea en su piel: moretones, rasguños, sangre seca. La rabia se enciende en mis venas.
— Te hizo daño.
— Ese era el objetivo de la pelea, responde con una voz s