Samuel pasó la noche en vela. Acurrucado en su cama, con la luz tenue de su lámpara proyectando sombras en las paredes, intentó dormir sin éxito. Cada vez que cerraba los ojos, las imágenes del artículo volvían a su mente como una pesadilla que no lo dejaba en paz.
Una foto antigua acompañaba el artículo: su padre, joven y sonriente, abrazaba a una mujer de cabello oscuro que lo miraba con adoración. Eliana.
Pero la imagen que lo atormentaba era otra. Una en la que Eliana aparecía en los brazos de otro hombre.
Samuel apretó los dientes. ¿ Eliana realmente había lastimado a su padre? Su estómago se revolvía con la incertidumbre.
Cuando el sol comenzó a asomarse en el horizonte, Samuel tomó una decisión: iría a buscar a Eliana.
Sin avisarle a nadie, se vistió apresuradamente y salió de la mansión, tomando un taxi con el dinero que había guardado en su mochila.
El trayecto se le hizo eterno. Su corazón latía con fuerza. No estaba seguro de qué era lo que quería escuchar, pero sí sabía al