Cuando la aldea estaba completamente reparada, decidimos llevar a Sol a la casa de mi padre y mi abuela — la casa donde crecí, que estaba en el borde del bosque. Ninguna de nosotras había vuelto allí desde que mi padre murió, y estaba nerviosa pero feliz de mostrarle a Sol el lugar donde vine al mundo.
Marco y Sofia nos acompañaron — Marco conocía el camino, y Sofia llevaba una cesta con comida y agua. Liam cogió a Sol en sus brazos, y yo caminé al lado, mirando el camino que había caminado tantas veces de niña.
Llegamos a la casa — estaba vacía, pero en buenas condiciones. El jardín donde mi padre me enseñó a plantar flores estaba lleno de hierba y flores silvestres. La puerta estaba abierta, como si nos esperara.
“Esta es la casa donde tu mamá creció”, dijo Liam a Sol. “Aquí vivieron tu bisabuela y tu abuelo.”
Sol se bajó de los brazos de Liam y entró en la casa, con sus pequeños pies sobre el suelo de madera. Miró alrededor — la sala donde mi abuela me hacía tarta, la cocina donde