El día de la llegada del bebé llegó con una luna llena y un aire fresco de otoño. Mi dolor empezó temprano en la mañana, y Rosa, Elena y Marta se quedaron conmigo en la habitación. “Tranquila”, dijo Rosa, cogiendo mi mano. “Estamos aquí contigo. Tu madre y tu abuela también.”
Recuerdo nuevo — Pensé en el día que nací. Mi abuela me contaba que la luna estaba llena, y que mi padre aulló de alegría cuando me vio. “Tu llegada fue un regalo de la luna”, dijo. “Y la llegada de tu bebé será lo mismo.”
Liam estaba en el patio, nervioso pero feliz, con Marco y Luis a su lado. Carlos preparaba agua caliente y comida para cuando terminara. Sofia estaba regando la rosa blanca, que había dado una nueva flor esa misma mañana — blanca y brillante, como la luna.
Después de horas de dolor, escuché el llanto de mi bebé. Rosa me lo llevó en brazos — era un niño, con cabello claro y ojos azules como el cielo. “Es perfecto”, dijo Rosa, con lágrimas en los ojos.
Liam entró y se arrodilló a mi lado. “Mi