El primer día como esposa de Liam, desperté con su brazo alrededor de mi cintura y la luna todavía visible por la ventana. La rosa blanca en el patio estaba floreciendo — una flor blanca brillante que parecía sonreír. Liam se despertó y me besó en la frente.
“Buenos días, mi luna”, dijo.
“Buenos días, mi Alfa”, respondí, riendo.
Rosa entró con el desayuno: pan fresco, café con canela y frutas frescas del bosque. “Traje esto para los novios”, dijo, riendo. “Carlos lo preparó — dijo que necesitáis fuerzas para empezar la nueva vida.”
Recuerdo nuevo — Pensé en cuando mi padre me hablaba de lo que es el matrimonio. “Es como plantar un árbol”, dijo. “Tienes que cuidarlo todos los días, darle agua y sol. Con el tiempo, crecerá fuerte y te dará sombra.” Ahora, estábamos plantando ese árbol juntos.
Ese mediodía, todos los residentes de la Luna Aullante vinieron a la casa vieja para celebrar los primeros días de matrimonio. Elena trajo galletas de luna con nombres de todos, Marco trajo un troz