El día antes de la boda empezó con un sol brillante y el aroma de jazmín en el aire. Todos estaban más animados que nunca — Marco y Sofia habían llegado temprano con carretas llenas de flores del bosque: rosas rojas, azucenas blancas, margaritas amarillas. “Ya plantamos la rosa blanca en el centro del patio”, dijo Sofia, sonriendo. “Está perfecta — como si la hubiera plantado tu abuela.”

Recuerdo nuevo — Pensé en cuando mi abuela me enseñó a plantar rosas en el jardín de nuestra casa. “Las rosas necesitan amor para crecer”, dijo. “Igual que las personas. Si las cuidas, te darán flores bonitas todos los años.” Ahora, esa rosa blanca sería el símbolo de nuestro amor con Liam — y sabía que crecería fuerte.

Rosa estaba en la cocina, ajustando el vestido de tela blanca. Elena le ayudaba a coser un pequeño bordado de luna en la espalda. “Así, tu abuela estará con vos todo el tiempo”, dijo Elena. “Yo me encargué de hacerlo — quiero que sea un regalo mío.”

Carlos estaba preparando los ingredi