El día del ataque pasó en un susurro. Todos estábamos quietos, concentrados, preparando lo último. Carlos había hecho pan fresco y sopa de zapallo para todos — cuando lo servimos en el salón, todos comimos juntos, como una familia. “Mi padre siempre decía que la última comida antes de un reto tiene que ser con los que querés”, dijo Carlos, mirando a todos con sonrisa. “Así, vas con su amor en el corazón.”
Recuerdo — Pensé en las comidas que compartía con mi padre y mi abuela. Cada noche, nos sentábamos en la mesa del comedor y hablábamos de lo que habíamos hecho durante el día. Mi padre me contaba historias de los lobos celestiales, y mi abuela me enseñaba a cantar las canciones de la luna. Ahora, esa misma sensación de familia estaba aquí, en la Luna Aullante, con gente que ni conocía hace poco.
Sofia estaba ayudando a Rosa a cerrar la cesta de hierbas. “Traje esto”, dijo, sacando un pequeño colgante de madera en forma de águila. “Mi hermana me lo dio antes de morir. Dijo que me prot