La cita con la obstetra terminó y Seth se apartó de Ameline, sorprendido de que ella no lo hubiera apartado bruscamente en ningún momento, como él había esperado.

¿Acaso… se había ablandado con él?

Probablemente no, pero… le gustaba tener esa pequeña esperanza, creer que eventualmente ella iba a entender que no era su enemigo, que podrían arreglarse, que podría aceptar convertirse en su esposa y podrían ser una familia.

Ahora que vio al bebé en su vientre, bebé que sabía que era suyo… más que nunca quería arreglar las cosas con Ameline, conquistarla y sentar cabeza con ella.

—¿Qué puedo hacer para que me perdone? —le preguntó Seth a su madre, que suspiró profundamente—. Vamos, ya sé que me porté mal con ella, pero debe haber una forma de reparar ese error, no puede odiarme para siempre.

—Oh, pero claro que puede, no seas tan arrogante de pensar que no. —Su mamá rodó los ojos.

—Por favor, soy el padre de su hijo, está atada a mí quiera o no por el resto de su vida.

—Eso no es neces