Desde un rincón oculto, detrás de una columna rota en el área de las celdas, Emma observaba con ojos entrecerrados la escena que se desplegaba frente a ella.
La tenue luz de las lámparas apenas alcanzaba a iluminar las figuras de Seth y Ameline, pero cada movimiento suyo se grababa en su mente como un cuadro vivo. Vio cómo Ameline se lanzaba a los brazos de Seth, el abrazo inesperado que los unió en un silencio cargado, y su estómago se retorció con una mezcla de furia y confusión.
"¿Qué demonios está pasando aquí?", pensó, sus labios curvándose en una mueca de desprecio. "Esa perra tiene que estar bromeando. ¿Acaso en serio siente algo por Seth? ¡No puede ser!" Su mente se llenó de dudas e ideas agresivas, insultos hirvientes brotando como veneno. "Maldita zorra manipuladora, ¿cree que puede enredarnos a todos con sus lágrimas de cocodrilo? Si está fingiendo, la voy a destrozar. Pero si no finge… ¿por qué lo abraza? ¿Quiere quedarse con él si o no?" La idea de Ameline habiendo logr