Ameline se quedó mirando el celular en su mano, el silencio de su habitación tornandose asfixiante tras colgar la llamada con Seth.
Su corazón latía con fuerza, un tamborileo que resonaba en su pecho, traicionándola con cada pulso. La voz de Seth, cálida, casi tierna, había despertado algo en ella, algo que no quería reconocer... pero también sentía una punzada de culpa, afilada y persistente, por la forma en que le había contestado.
"Eso no es asunto tuyo, Seth". Las palabras resonaban en su mente, y aunque una parte de ella sentía que había hecho lo correcto, otra parte se retorcía de incomodidad. ¿Por qué tenía que ser tan complicado? ¿Por qué su voz seguía teniendo ese efecto sobre ella, incluso ahora, cuando estaba tan decidida a escapar?
Sacudió la cabeza, molesta consigo misma, y dejó el celular sobre la mesita junto a la cama.
"No", pensó, apretando los puños. No podía permitirse dudar, no podía dejar que Seth se colara en su corazón otra vez. Tenía un plan, un objetivo: la