Ameline despertó con un suspiro, la luz suave de la mañana filtrándose por las cortinas de su habitación.
Se levantó, estirándose, su mano descansando instintivamente sobre su vientre mientras intentaba centrarse en el día que tenía por delante. Se vistió con un vestido ligero, y salió a buscar a Prissy.
La encontró en su habitación, desayunando un croissant y hojeando una libreta llena de garabatos y notas. Prissy levantó la mirada al verla, su rostro iluminándose con esa dulzura que siempre la hacía sentir un poco más ligera.
—¡Ameline! — exclamó, dejando el croissant a un lado, su voz vibrando con entusiasmo—. Justo quería buscarte. Ya organicé todo con mis amigas del club de repostería. Dijeron que sí a la fiesta, y van a invitar a mucha gente, así se verá más real. Va a ser en el salón Jardín de Azalea. Es perfecto, grande, con varias entradas y salidas. Podemos usarlo para escabullirnos.
Ameline se sentó frente a ella, sus ojos entrecerrándose con interés.
—¿El Jardín de Aza