El agua fría caía en cascada sobre los hombros de Seth, calmando el calor en su interior y sus músculos tensos mientras apoyaba las manos contra los azulejos, dejando que el agua intentará, en vano, disolver la tormenta en su mente después de su encuentro con Ameline.
"Maldita sea, ¿en qué carajos estaba pensando?" pensó, cerrando los ojos con fuerza. La imagen de Ameline, sus labios contra los suyos, su cuerpo temblando bajo sus manos, seguía grabada en su cabeza, tan vívida que casi podía sentirla aún.
Había ido demasiado lejos, demasiado rápido, en el primer maldito día de su regreso. La había abrazado, besado, tocado como si pudiera reclamarla sin más, como si no hubiera un abismo de mentiras y desconfianza entre ellos.
"Ella me correspondió, pero, ¿y si la presioné tanto que ahora me detesta aun más?" Se maldijo en voz baja, el agua ahogando sus palabras.
—Mierda, Seth, contrólate —murmuró, golpeando el azulejo con el puño, no lo bastante fuerte para romperlo, pero sí para s