Los tres hombres salieron, la puerta cerrándose con un golpe seco que resonó en la celda.
El silencio que siguió fue opresivo, roto solamente por el leve sonido de la respiración agitada de Bianca.
Ameline se aclaró la garganta, desplegando la lista de preguntas nuevamente, decidida a mantener el control.
—Vamos a intentarlo de nuevo —dijo, su voz más calma pero aún firme—. ¿Dónde se reúne Frogtail con sus socios?
Pero Bianca no respondió. En cambio, inclinó la cabeza, sus ojos brillando con lágrimas mientras estudiaba a Ameline.
—¿Es de Seth, verdad? —preguntó de repente, su voz suave pero cargada de curiosidad—. El bebé. ¿Sí es de él?
Ameline se tensó, sus dedos apretando el papel hasta arrugarlo.
—Eso no es de tu incumbencia —espetó, intentando mantener la conversación en el rumbo correcto—. Responde la pregunta, Bianca. —Pero Bianca ignoró su intento, inclinándose hacia adelante tanto como las cuerdas se lo permitían.
—¿Te vas a casar con él? ¿Ya eres parte de todo esto?