Ameline termino lo último de su desayuno y bebió un último sorbo de agua, suspirando ante lo que venía ahora.
La bandeja que Seth había traído estaba casi vacía, con solo pocos restos de comida y cáscaras de una fruta. Los dos habían comido en silencio, sentados en la pequeña mesa junto a la ventana, el aire cargado con la tensión de la conversación previa. Seth, sentado frente a ella, limpió su boca con una servilleta y se recostó en la silla, sus ojos fijos en ella con esa intensidad que siempre la hacía sentir expuesta.
Al verlo mirarla expectante, ella decidió hablar.
—Voy a ir a ver a Bianca ahora —dijo Ameline, rompiendo el silencio, su voz firme aunque su estómago se retorcía al pensarlo—. Quiero terminar con esto de una vez.
Seth asintió, su expresión seria pero con un destello de aprobación.
—Tucker estará en la puerta —dijo, levantándose y ajustándose la camisa—. No estarás sola, pero te dará espacio para hablar con ella. Solo… mantente enfocada, Ameline. No dejes que te