Capítulo XIX

Y la nueva era empieza ahora.

Temed, dioses prepotentes, que las sombras están por saltar para engullir sus almas impías.

Temed, alimañas que se alimentan de sangre, que las fauces de los temerosos lobos devorarán sus esperanzas.

Tened esperanza, humanidad, que pronto la libertad volverá con cadenas de fuerza.

He allí su resplandor y su magnificencia.

He allí el halo de la protección y la salvación.

He allí aquella que se supuso desaparecida.

✹✹✹

Mi puño impacta contra su mejilla cuando me suelta esas palabras que queman mi alma. No se resiste, deja que lo golpee hasta que el cansancio devora mis deseos de desfigurarle la cara. Empiezo a sollozar; derramo esas lágrimas que quemaban tras mis párpados y exhalo los gemidos de desosiego que ahogaban mi garganta. Me alejo de él y me dejo caer frente a la chimenea, recojo mis piernas

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