Capítulo 75. No soy de nadie
Aria maldice al oír eso de Lyla.
¿Pelear? Ni siquiera sabe pelear como uno de ellos. Está herida, con dolores que recorren todo su cuerpo como agujas encendidas. ¿Cómo va a enfrentarse a tantos renegados para salir de aquí? El aire le quema los pulmones y siente el peso del cansancio en cada músculo, pero no puede detenerse.
Mira a ambos lados. El pasillo está húmedo, con paredes que rezuman un olor a moho y sangre seca. Tras una respiración profunda, se lanza a correr. Sus pies golpean el piso de piedra, la respiración se acelera y el corazón golpea con fuerza contra sus costillas, como si quisiera romperlas. La cadena que la ataba al suelo quedó atrás, junto con el cuerpo inconsciente de la loba renegada y el hombre al que inyectó en el cuello.
El aire es pesado, espeso, como si cada inhalación se le quedara atascada en la garganta, pero sigue avanzando, guiada por un instinto que no entiende del todo, un llamado que viene de lo más profundo de sí.
Dobla una esquina. Allí, a unos ci