Capítulo 74. ¿Una loba o una gallina?
El golpe helado del agua contra su rostro la arranca de un sueño profundo. Aria abre los ojos bruscamente, parpadea varias veces, intentando entender dónde está. Su cuerpo entero está entumecido, los músculos protestan al menor movimiento. El frío se le cuela hasta los huesos, y el temblor le sacude la mandíbula.
—Despierta, maldita perra —escupe una voz aguda, cargada de desprecio.
El siguiente impacto la toma por sorpresa: una patada directa en el muslo derecho. El dolor es inmediato, un ardor que le recorre la pierna y la obliga a soltar un gemido involuntario.
—¿Cómo te atreves a quedarte dormida cuando el rey Ruffo te está mandando buscar? —continúa la mujer frente a ella, una loba renegada de mirada altanera, de pie, con los brazos cruzados.
Aria siente cómo la rabia se abre paso en su pecho entre la confusión y el dolor.
—Tú y tu rey se pueden ir mucho a la mierda —responde, con un siseo que apenas disimula el temblor en su voz.
Esa chispa de furia interna hace que la sangre em