Punto de vista Sofía
Sin pensarlo, dejé caer el vestido azul, y el aire fresco recorrió mi piel desnuda, despertando cada fibra de mi cuerpo. En ese instante, el mundo dejó de existir; solo éramos Jason y yo, envueltos en un fuego que crecía entre nosotros. Su respiración se volvió entrecortada, y sus ojos brillaban con ese deseo intenso que me hacía sentir poderosa y deseada.
Me sentó a horcajadas sobre sus piernas, y el contacto piel con piel desató una electricidad que recorrió todo mi ser. Sus manos, firmes, pero delicadas, comenzaron a explorar mis caderas, deslizando caricias que me hacían temblar de anticipación. Su mirada se posó en mis pechos pequeños, pero que para él parecían perfectos, y una sonrisa cómplice se dibujó en mis labios.
Con un movimiento lento y sensual, sus labios y lengua empezaron a recorrer mis senos. Cada caricia era un fuego que se extendía por mi piel, acelerando los latidos de mi corazón. La mezcla de ternura y pasión en su boca me hacía sentir viva, an