Punto de vista de Rocío
Rocío había llegado, agotada y herida, hasta los brazos de Damien. Se aferró a él como un náufrago a su última tabla de salvación y lloró hasta quedarse dormida.
Al despertar, aún lo abrazaba. Con voz suave, quebrada por el llanto, susurró:
—Amor... quiero presentarte a mis amigas.
Damien acarició su espalda en silencio, esperando que continuara.
—Pero antes de hacerlo, quiero contarles todo... —murmuró Rocío, con determinación en sus ojos—. Quiero explicarles cómo te conocí, qué eres... y por qué, al principio, tuve miedo por nosotros. Pero ahora... ahora eres el hombre que amo.
Damien besó su frente con ternura.
—No es necesario que digas nada si no quieres.
—Quiero hacerlo —insistió Rocío, mirándolo directo a los ojos—. No quiero escondernos más. Quiero caminar contigo sin miedo.
Él suspiró, consciente de lo complicado que era su amor.
—Rocío... los hombres lobo y los vampiros nunca han tenido buena comunicación. Hay siglos de odio entre nuestras razas.
—Lo s