Punto de vista de Max
La habitación aún olía a sexo y piel. El aire estaba cargado de deseo, pero también de algo más profundo… algo que no se podía explicar con palabras. Rocío reposaba sobre mi pecho, dibujando con sus dedos figuras invisibles sobre mi piel, mientras yo acariciaba lentamente su espalda desnuda.
—¿Te duele? —pregunté en voz baja, preocupado.
Ella alzó la mirada, con sus mejillas todavía sonrojadas, y una sonrisa suave curvó sus labios.
—Un poco…
Mi pecho se contrajo. La ab