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CAPÍTULO 6: La Contrademanda Silenciosa

—Como era predecible, el contraataque de Gabriel fue brutal y dirigido. Su equipo legal no solo presentó una demanda masiva por difamación contra La Verdad Oculta, sino que solicitó formalmente al Colegio de Abogados la revocación de la licencia de Alana Torres. La acusaban de filtrar información confidencial del Senado, de conspiración y de violación del acuerdo de no divulgación que firmó al casarse. Gabriel quería silenciarla legalmente y destruir su carrera, transformándola en una paria profesional.

La presión mediática era asfixiante. Alana se reunió con Julián en la base de operaciones de su periódico, una oficina sobria con vistas a la ciudad. El ambiente era de un búnker.

—Gabriel está usando la Ley de Protección de Información Senatorial, que mi padre ayudó a redactar. Argumenta que, como yo tuve acceso a sus archivos de campaña como esposa del Senador, cualquier filtración es un delito de traición. Es una maniobra brillante y vil a la vez —explicó Alana, sintiendo la adrenalina del desafío—. Si no demuestro que la información venía de los archivos privados de mi padre, y no de los oficiales, la demanda avanza y pierdo mi carrera.

Julián asintió, su rostro en la sombra de la luz de la pantalla. Admiraba la forma en que Alana no se centraba en la amenaza, sino en el vacío legal. —La guerra no se gana en la corte civil, Alana. La ganamos en la corte de la opinión pública, pero para eso, necesitamos que él se quiebre en un entorno formal. Necesitamos una acción que lo obligue a testificar bajo juramento, sin que sepa que eres la fuente.

Alana tomó una taza de café, el calor contrastando con la frialdad de su plan. —Haremos una Contrademanda Silenciosa. Olvidemos por un momento el tribunal civil. Usaremos el Expediente Quimera, pero no como prueba en mi defensa, sino como un detonante anónimo. Lo presentaremos discretamente, sin nuestro nombre, ante el Comité Ético del Senado, exponiendo el conflicto de interés de Gabriel y la sospecha de malversación.

—¿El Comité Ético? —preguntó Julián, intrigado al escuchar la respuesta.

—Sí. La denuncia anónima obligará al Comité a abrir una investigación y a citar a Gabriel a declarar bajo juramento. Él irá confiado, creyendo que puede mentir o evadir. Pero allí, en ese entorno formal y grabado, usaremos una pieza del expediente que solo mi padre conocía, una prueba que lo vincula directamente a un esquema de sobornos. Él tendrá que testificar antes de que mi juicio civil comience. Lo obligaremos a incriminarse.

Julián sonrió, una sonrisa genuina. Era la fusión perfecta entre la estrategia legal de Alana y el poder de la narrativa que él controlaba. —La elegancia de la venganza. Le daré acceso a la sala de archivos del Senado a mi mejor hacker para plantar la prueba física del expediente, como si fuera un descubrimiento interno. Su tarea, Abogada, será manejar las preguntas del Comité de manera forense. Convertiremos su demanda en un anzuelo. El juego de poder era más fuerte que el desamor.

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