Pamela caminaba con una bolsa de comida en la mano recorriendo los pasillos del cuartel general que a esa hora se encontraban casi completamente desiertos.
Al llegar a la puerta de su oficina golpeó suavemente la superficie provocando un sonido rítmico y acompasado. Eran las cinco de la mañana, pero estaba más que segura de que no se había ido a casa, casi podía acostarlo.
-¿Si?- pregunto Giovanni con voz soñolienta aún medio dormido con todo el cabello revuelto, los ojos aún medio cerrados y descalzo sobre un par de calcetines azul marino
-Desayuno a domicilio- anuncio alegremente ella alzando la bolsa con comida de su lugar favorito, el le sonrío divertido, claramente complacido con su temprana visita
-¿Un sobornon?- pregunto alzando una ceja
-Un agradecimiento- aclaró ella evidentemente divertida por su apariencia y su reacción-¿Puedo?- pregu