¿Nunca has deseado tanto poder vengarte de alguien que pagarias el precio que fuera necesario para conseguirlo? Layla es la chica perfecta de alta sociedad, una hermosa muñeca en el aparador, criada cuidadosamente por sus padres siempre deseosos de escalar posiciones en su estatus social. La menor de cuatro hermanos y su última moneda de cabio. Entregada al mejor postor y con todo yéndose al diablo comenzara un nuevo juego. ¿Quién es el rey y quien el peón? Cuando todas las reglas del juego han cambiado, la posición de todos es incierta. Ya nadie sabe quién es la presa y quien el depredador. El éxito será de quien sea más hábil en ocultar sus cartas. Ahora la venganza parece ser la única respuesta
Leer másElla era simplemente hermosa, observarla era como observar una obra de arte, como mirar a la más bella muñeca de porcelana cuya perfección resultaba simplemente imposible. Siempre la prima dona en las funciones de ballet, siempre el primer chelo en las orquestas y siempre la primera de la clase, constantemente inmersa en una encarnizada lucha interna para alcanzar la perfección que sus padres tan inflexiblemente le exigían a cada paso, desesperada por conseguir el mas pequeño atisbo de aprobación por parte de sus progenitores, destrozándose a si mismísima en un inútil intento por alcanzar aquel ideal imposible, un amor que jamás estaría a su alcance.
Layla siempre había sido una chica dulce, encantadora, educada y de grácil andar, y aquella timidez innata hacia que resultara aún más hermosa si eso era aún posible. Layla Charlotte Catherine Goldsmith, hija de Asterion Nathaniel Goldsmith, Conde Burgos, y su esposa Raquel Alana Mariel Goldsmith, condesa de Burgos, ambos siemre buscando asender en su estatus social. La menor de cuatro hijos, la segunda mujer. Sus dos hermanos mayores empresarios exitosos, el mayor y primogenito Nolan heredaría el título de conde, y su hermana mayor Irene se había casad con un rico marques, dejándola a ella, la más pequeña de sus hijos como su última moneda de cambio, su última oportunidad de escalar más en su estatus social, por no hablar de lo sencillo que resultaba manipularla, solo era cuestión de encontrar al candidato adecuado y entregar a su hija como una yegua de cría, lo cual gracias a su belleza no les resultaría nada difícil.
Layla era ligeramente más alta que el promedio de chicas, delgada, con una figura de suaves curvas, su piel pálida del color de la porcelana, suave y tersa, su largo cabello brillante y suave como la seda le caía de forma elegante en grandes risos dorados, sus ojos grandes de largas y espesas pestañas, de un color gris azulado, sus facciones finas, esculpidas por los mismísimos ángeles, su boca chica de labios gruesos y sensuales, sus manos finas y sus hermosos pies, protegidos apenas su madre se percató de los primeros signos de maltrato prohibiéndole bailar definitivamente. Aquello le había partido el corazón a la chiquilla de apenas doce años de edad, ella le había suplicado a su madre le permitiera continuar bailando, pero como siempre ella no la escucho “las damas no ruegan, solo los perros y los mendigos” le había dicho despectiva.
Pero ahora, observar aquello, en lo que la habían convertido era casi trágico, aquella belleza siendo reducida a cenizas, un simple recuerdo de lo que alguna vez fue. Su lustroso y largo cabello de risos de oro descansaba ahora en una trenza desecha, con sus mechones de aspecto áspero y de un rubio ceniciento, sus labios partidos, sus ojos una vez un tanto melancólicos lucían ahora hondas lagunas donde solo moraba una profunda desolación y desesperanza, sus pómulos sobresalientes por la extrema delgadez que ahora reinaba por todo su cuerpo, algo que contrastaba completamente con lo que alguna vez fueron pequeños pechos ahora grandes y llenos, listos para alimentar a su hijo, una pequeña y nueva vida que le fue arrebatada incluso antes de tener la oportunidad de existir, antes de que le permitieran tener la oportunidad de cargarlo en sus brazos, aquella vida perdida cuando su esposo, el hombre elegido por sus padres y a quien la habían entregado sin tan siquiera preguntárselo, la había empujado por las escaleras cuando lo encontró teniendo relaciones con una de sus amantes mientras ella se encontraba embarazada de siete meses de su primer hijo, siendo obligada a parir a su hijo neonato ya muerto. Aquello le destrozo el alma, Layla hablaba seis idiomas diferentes pero sintiéndose tan vacía como se encontraba fue incapaz de emitir sonido alguno, ya no contaba ni siquiera con fuerzas suficientes como para enfrentar a aquellos que la habían destruido. Y ahora, triste y desolada, se encontraba abandonada, sentada en una silla de ruedas con la mirada perdida en el infinito, olvidada en aquella sala de aquel hospital psiquiátrico, donde nadie, salvo sus padres y su esposo sabían que estaba, donde la habían escondido del mundo entero, donde todos fuera de aquel infernal lugar se habían permitido olvidarla, donde los pocos que se había tomado la molestia de preguntar se habían conformado con banales excusas sobre su paradero, donde el mundo había decidido dejar que se pudriera para no volver a pensar en ella jamás, siendo ahora una triste muñeca rota con la que ya nadie jugaría nunca más.
Diana miro a Amshel. Ambos lucían cansados camino de regreso de su última misión, ya que en los últimos tiempos había sido necesario deshacerse de todos aquellos que entorpecían el camino hacia sus planes, ya fuesen aliados de la fallecida reina, del antiguo Duque de Nolan o de alguno de sus socios comerciales.Pero aparentemente todo estaba valiendo la pena. La reina Carlota, a espaldas del rey Alexander primero había estado haciendo las modificaciones necesarias para sus planes, trabajo que continuaría Lucas tan pronto como ascendiera al trono como su sucesor, algo que aunque no fuera del agrado de todos, era un futuro inevitable ahora que el príncipe Gabriel había abdicado al trono y que ahora fuera simplemente Gabriel, al igual que Layla al divorciarse de Robert que había dejado de ser la duquesa de Nolan, pasando a ser únicamente Layla, algo que por la expresión de ambos cuando había sucedido, estaban más que felices de que hubiera pasado, celebrándolo tan pronto como
Tan pronto como termino la reunión, Marcus y Layla se pusieron de pie al mismo tiempo y salieron de la sala de reuniones uno al lado del otro, sin mirar a nadie en su camino ni intercambiar palabra alguna durante el recorrido.Ambos la viva imagen de una fortaleza impenetrable, ambos adversarios temibles a los cuales enfrentar, y no fue hasta que hubieron llegado a la oficina privada de Marcus y cerraron la puerta que la verdadera expresión de Marcus salió a la luz.-¿Pero qué demonios paso ahí?-cuestiono él.-Estuve hablando por la mañana con Pamela y me hablo de la reunión que tendrías hoy. No había forma de justificar todos los cambios que habías hecho en los planes originales, no sin despertar dudas y cuestionamientos que no había manera de justificar sin exponerme a mí. Yo sabía que tú jamás lo harías, que jamás me pondr&iacut
La muerte de la reina Margarita tercera fue una noticia que sacudió a toda la nación, y tan pronto como fue del dominio público, y tan pronto como se supo pareció que los asuntos de Robert pasaban a ocupar un segundo plano, algo que en parte les sirvió para realizar un traslado discreto sin inconvenientes del hospital de la ciudad al psiquiátrico que sería su nueva residencia permanente. Pero lo cierto era que aquella noticia no poseía la cualidad de dejar indiferente a ninguno de los que se enteraran de ella, y como tal, los miembros de la organización de Marcus habían recibido una sorpresa tan grande como el resto de la población al entrarse de ella.Layla los había mirado a todos atónita antes de levantarse de su asiento y correr al auto donde aún la esperaba Gabriel, quien en un profundo estado de shock la miraba con los ojos desorbitados. Marcus había contestado el te
Layla los miro a todos atónita ante lo que se anunciaba en su celular, el mensaje que recién había llegado informándole de los más recientes acontecimientos, después de ver los rostros de sus amigos tan impactados como ella con las recientes noticias se puso de pie y practicante corrió al exterior, donde parado fuera del auto con los ojos desorbitados y en estado de shock, Gabriel miraba la pantalla de su celular. Layla sin perder más tiempo lo abrazo envolviendo sus brazos alrededor de el en un intento de consolarlo, pero lo que ella vio en sus ojos al mirar hacia arriba no fue tristeza, sino el más absoluto terror, lo que la desconcertó por completo.-¿Qué ocurre?-pregunto Layla preocupada a Gabriel, sabiendo de sobra que su comportamiento era todo menos normal, y este la miro con pánico mostrándole la pantalla del celular. Layla asustada lo miro de vuelta tan pronto ley&
Ella tomo el fino polvo y lo vertió en la tetera, aquello sería suficiente estuvo segura, las deliciosas galletas de almendras que eran el delirio de su golosa suegra, acomodadas cuidadosamente en la bandeja, la verdadera arma a utilizar, un arma que había usado más de una vez con el fin de conseguir sus propios propósitos, y en esos momentos, con el bienestar de sus hijos y su nieto en juego, le pareció de lo más apropiado que fueran precisamente esas galletas quienes fueran las encargadas de lidiar con la soberana, y apenas se detuvo el tiempo necesario para tocar la puerta y esperar su consentimiento para entrar en el estudio privado de la reina, un lugar al que sus sirvientes únicamente tenían permiso de ingresar cuando ella no estuviera para limpiarlo, estando de ahí en más prohibido que nadie ingresara en el sin el expreso consentimiento de la soberana, y siempre en presencia de esta misma.-Carlota, ¿A que debo el placer de tu visita?-pregunto la soberana con un tono q
Layla le había pedido a Gabriel que permaneciera en el auto mientras hablaba con Marcus, y que fuera tan amable de ir a conseguirle una caja de chocolates, algo que los tres sabían de sobra le tomaría una cantidad considerable de tiempo, pero él no se negó a hacerlo, ya que hacia algún tiempo se había dado cuenta de que Layla, al menos dentro de la organización, era más que capaz de librar sus propias batallas y salir victoriosa de ellas.Y ya que tan pronto como habían salido del departamento de Lucas, su celular no había dejado de sonar con llamadas tanto de Marcus como de Diana y el resto de sus amigos. Ella se había limitado a enviar un mensaje a Marcus acordando hablar con el tan pronto como ella y Gabriel llegaran a la cabaña, asegurándole que ambos se encontraban bien, y aunque momentáneamente, las llamadas habían cesado, al menos hasta que llego a la caba&nt
Último capítulo