Capitulo 128

El enorme patio frente a la fábrica estaba lleno de gente. Antonela espió a través de las gotas de lluvia en la ventanilla del lado del conductor, sin tocar el cristal. Después de unos segundos, se bajó, sabiendo lo difícil que sería volver a trabajar con Henrico. Lo hacía por Adam, lucharía hasta el final para tener a su hijo a su lado.

Caminó por la calle llena de baches y charcos de barro hasta acercarse a la entrada. La mayoría de los empleados eran hombres. Su rostro se enrojeció al notar todas las miradas puestas en su dirección. Ellos no sabían quién era ella, porque si lo hubieran sabido, no habrían abierto la boca para cortejarla tan descaradamente.

Los silbidos se intensificaron a medida que ella pasaba, hasta que la voz de Henrico interrumpió la diversión.

—¿Apenas empiezan a trabajar y ya quieren ser despedidos? &

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