Benjamín estaba mirando el brillo del cabello de Antonela. Ella permanecía de espaldas a él, evitando mirarlo, y él se divertía con eso. No oyó el ruido que hizo la puerta del ascensor, ni los pasos de los hombres que caminaban en su dirección. Estaba tan fascinado con la belleza de la mujer que amaba, y tan concentrado en la posibilidad de decirle allí cuánto la quería, que solo se dio cuenta del peligro cuando Antonela fue empujada bruscamente contra la pared.

Sus ojos se posaron inmediatamente en ella, que cayó casi inconsciente. Su instinto quiso salvarla, pero la mano de alguien le tiró del brazo. Desvió la mirada del rostro de Antonela y, al girarse, vio a dos hombres con el rostro cubierto que lo agarraban y le decían que lo llevarían de allí porque aquello era un secuestro.

Benjamín luchaba contra ellos. Volvió a mirar a un lado y vio a