El corazón del guardaespaldas: 28. Yo a ti te conozco
Ella estaría segura a su lado; siempre. Era lo que se había dicho a sí mismo esa noche y lo cumpliría.
El día siguiente despertaron bastante temprano, tenían ese viaje a la casa de campo de su familia y debía pasar primero comprando un regalo para su madre y luego viajar varias horas en auto hasta su destino.
— Debería ser fácil escoger un regalo. ¿Qué le gusta? — le preguntó ella después de haber estado recorriendo varias tiendas durante una hora.
— No lo sé, lo tiene todo — le comentó él, ya un poco fastidiado.
Ella sonrió y entrelazó a su mano a la suya. Desde que salieron del apartamento lo notó un poco tenso; llevaba lo que iba de mañana así.
— Es tu madre, no importa lo que sea, ella lo apreciará.
Él la miró con una sonrisa y luego negó con la cabeza. De verdad que esa rubia tenía el poder para decir las palabras exactas en el momento justo, así que la tomó de la cintura y le robó un beso antes de arrastrarla a una joyería.
Más tarde, ya habían desayunado en la carretera y resta