57. Enfermo y enamorado sin remedio
— ¿Qué haces?
— Estás enfermo, te llevaré a la cama — le dijo ella, preocupada, rodeando su torso firme mientras lo guiaba por las escaleras.
— No quiero ir a la cama, además, soy yo quien debe cuidar de ti, lo que acabas de pasar…
— Yo estoy bien — le aseguró con una dulce sonrisa— déjame que sea yo quien hoy cuide de ti.
— ¿Tengo opciones? — preguntó, de verdad que estaba comenzando a sentirse muy mal.
— No, ninguna, ahora vamos a la cama.
— ¿Te meterás allí conmigo al menos? — deseó saber, divertido. La muchacha lo miró ruborizada y negó con la cabeza en reprobación — El paciente siempre tiene la razón y la última palabra, ¿sabías eso?
— Ese es el cliente… Emilio — suspiró, sonriendo tímida.
— Como sea, la cama se sentirá vacía sin ti y necesito abrazarte para recargar fuerzas.
— Yo no soy una fuente de energía.
— La mía sí, brujita… la mía si — le besó la sien mientras la rodeaba con sus brazos y acariciaba ese pequeño trasero que muy bien encajaba en las palmas de sus manos. Lo a