Como un cuchillo.
La atmósfera en la familia Drucker se volvía cada vez más pesada.
Después de salir de la oficina, Sofía tomó un auto rumbo a la mansión Drucker.
Cuando el vehículo llegó a la residencia, se secó las lágrimas e intentó recomponer su expresión antes de bajar. Con la pequeña en brazos, caminó hacia la entrada e ingresó en silencio.
Al llegar a la sala, encontró a Carmen sentada, tomando una taza de té. Su expresión era tranquila, pero al ver a Sofía, una ligera confusión cruzó su rostro.
Los pasos de Sofía llamaron su atención. Al levantar la mirada y ver a su adorada nieta, una sonrisa cálida apareció de inmediato; extendió los brazos para recibirla.
- ¿Y ese milagro? ¿Las dos por aquí? - preguntó con dulzura.
Sofía respiró profundamente, intentando controlar su mente y su voz.
- Es Penélope… otra vez - susurró, apenas audible, luchando por contener sus emociones.
La expresión de Carmen se endureció. Su mirada reflejó preocupación y molestia por lo que aquello significaba. Con un suspir