Samantha
El tiempo pareció detenerse por horas, aunque creo que solo pasaron unos minutos. Nadie dice nada.
El silencio en la habitación pesa tanto que casi puedo escucharlo. Las tres me observan con expresiones tan serias que me cuesta sostenerles la mirada. Creo que siguen procesando lo que acabo de decir, analizando cada palabra como si intentaran encontrar una lógica en mi defensa hacia Cristal.
Yo misma no sé por qué lo hago. Quizás no debería. Quizás estoy equivocada, o demasiado confundida para ver las cosas con claridad.
—¡No puedo creer que estés defendiendo a esa perra de Cristal! ¿Acaso se te olvidó lo que hizo en el pasado? ¿Qué te pasa, Samantha? ¿Te golpeaste la cabeza o qué demonios te sucede? —escupe Rossy, con los ojos encendidos de furia.
—En verdad no entiendo nada. Sam, explícanos qué pasa, ¿a qué se debe este cambio? —insiste Alex, con el ceño fruncido, mirándome como si yo hubiera perdido la razón.
—¡No es un cambio! —exclamo con la voz temblorosa, apretando las