Ximena respiró hondo, intentando calmar los latidos frenéticos de su corazón. La tensión de la confrontación con Julia aún burbujeaba en su interior, y aunque intentaba mantener la calma por Junior, una parte de ella deseaba salir corriendo de la clínica. Justo en ese momento, la puerta se abrió y una figura familiar apareció. Nikita, la abogada de Ximena, entró con una sonrisa amable, aunque su rostro mostraba una ligera preocupación. —¡Hola, Ximena! —dijo Nikita, acercándose con energía—. Lamento mucho el retraso, el tráfico estaba horrible. ¿Cómo están? Ximena sintió un alivio inmediato al ver a su amigable abogada. La presencia de Nikita siempre parecía ofrecer un rayo de luz en medio de la oscuridad. Y aunque no era necesaria su presencia allí, había insistido en acompañarlos. —Estamos bien, dentro de lo que cabe. Junior tiene su examen ahora. —Ximena señaló a su hijo, que seguía jugando nerviosamente con un pequeño dinosaurio de plástico, aunque ahora se había distraído un poco.