La casa Sandman era todo lo que Olivia recordaba: elegante, impoluta y con ese aire de revista elegante que siempre la había hecho sentir como si estuviera en su propia casa, las pocas veces que había estado allí. Las luces cálidas del comedor, el perfume caro de Paola, la segunda esposa de Neil, flotando en el aire y el murmullo de conversaciones... Todo le resultaba incómodamente familiar. Nathan le sostuvo la mano con dulzura mientras atravesaban el umbral. Él parecía tranquilo, pero Olivia notaba el leve temblor en sus dedos. No era un hombre que se dejara ver nervioso con facilidad, y eso le apretó el pecho, a pesar de que algún modo aún se estaban conociendo. Se veían en la semana, en ocasiones salían y otras dormían juntos. Pero todo era muy incipiente, de ahí sus nervios. De hecho no lo había presentado como su novio ante sus padres, aunque ya les había dado la noticia de su futura maternidad y quién era el padre de su hijo, les había pedido que no la presionaran. —Solo es una