12. LIBERTAD
—Ay, cómo me gusta dejarte mi leche adentro, pequeña. Hoy me has dado mucho placer —dijo él y salió de ella. Vio cómo de su ano salía su semen y un pequeño hilo de sangre—. Quédate quieta —le ordenó y fue al baño, buscó papel y volvió para limpiarla.
Con tristeza ella se dio cuenta de que también le gustaba sentirlo dentro, sentir su piel junto a la de ella. La fricción, sus fluidos mezclarse mientras hacían el amor, aunque no hubiera amor entre ellos.
Nunca creyó que algo tan erótico y decadente, podría darle esa clase de placer, pero se alegraba de haber descubierto eso con él. A pesar de todo, una parte de ella tenía incertidumbre por lo que pasaría entre ellos, ya que estaban cada vez más cerca de la fecha de caducidad de su acuerdo.
Él regresó y ella se recostó sobre su pecho y Niko la abrazó.
—¿Qué pasará con nosotros luego? —Se animó a preguntar, curiosa.
Él la miró. Ella apoyó sus brazos en su pecho y reposó allí su barbilla y le devolvió su mirada de pestañas largas. Él acari