Narrador
El viaje empezó antes de que cualquiera de ellos subiera al avión.
Empezó en los silencios mal colocados, en las miradas que se evitaban con demasiada precisión, en la forma en que Elena apretaba la correa de su bolso como si necesitara un ancla para no desbordarse. Empezó en la rigidez de los hombros de Carlos, en la manera casi militar con la que revisaba documentos que ya había revisado tres veces, fingiendo concentración donde solo había ruido interno.
Elena llegó al aeropuerto temprano. Demasiado temprano.
No quería encontrarse con ninguno de ellos sin estar preparada.
No quería encontrarse con ninguno de ellos en absoluto.
Había aceptado el viaje porque no supo cómo negarse. Porque profesionalmente no tenía escapatoria. Porque una parte de ella —la más imprudente, la más honesta— quería saber qué pasaría si se enfrentaba a todo de una vez: el pasado que recordaba, el presente que dolía y un futuro que empezaba a bifurcarse peligrosamente.
Matthias llegó poco después.
La