Regresamos a casa, y a pesar de los malos comentarios que quisieron hacerme sentir mal, y que en el fondo sí dañaban más mi confianza y mi autoestima, yo me sentía en una nube gracias los tratos y mimos de Romeo, nunca me había sentido bonita, deseada, con aspiraciones en la vida, más allá de conseguir algo de comer a mis hermanos, y de repente me sentía una mujer importante, que tenía que hacer planes para el futuro: elegir una carrera, aceptar retos.
Romeo besó mi mano cuando bajamos del avión, la tomó entre la suya y así bajamos, un auto negro y elegante nos esperaba.
El simple hecho de llegar a casa así: en avión privado, que nos esperaran autos y escoltas me hacía sentir por momentos en una película.
—Bienvenido de vuelta, señor, Caroline —dijo uno de los choferes, los saludamos y nos subimos al auto, respiré aliviada, aun cuando sabía que ese alivio me duraría poco, si íbamos a regresar a su casa, las cosas cambiarían por completo, no quería que nada apañara mi buen ánimo para po