Mason llegó con su cara tensa y un montón de papeles para que yo los firmara. Cerré la puerta de mi despacho y nos sentamos frente a frente.
—¿Qué has pensado? La niñera es perfecta, lo venía pensando.
—No hay manera.
—Es solo que pretendan serlo.
—No, trabajo con ella, es quien educa a mi hija, no quiero hacerlo con ella.
—¿Entonces?
—Estoy solo, punto.
Negó con un movimiento de cabeza y se echó a reír.
—Te conozco, te gusta alguien.
—No, nadie me gusta ¿Qué locuras dices? Simplemente, no quiero complicar las cosas, no soy bueno mintiendo.
Tocaron a la puerta, entró Valentina como le pedí que hiciera, suspiró y saludó a Mason con cortesía como siempre. Mason se quedó mirándola demás y volvió a verme, sonrió de forma nerviosa.
Rodé los ojos sin disimular.
—Valentina, se van a decir cosas de mí en la prensa, por favor, para que mantengas a mi hija alejada de las noticias.
—Entendido, señor, estaré atenta.
—Otra cosa, no te metas con Caroline, déjala hacer su trabajo en paz.
La cara de V