El corazón de la mafia
El corazón de la mafia
Por: YL Echeverri
Prólogo

El estruendo de la explosión hizo retumbar los cristales del Mercedes negro estacionado a una cuadra. Lorenzo Romanov apenas pestañeó, exhalando con calma el humo de su Montecristo antes de salir del auto seguido por sus dos guardaespaldas.

El siniestro crepitar de las llamas inundaba la noche. Entre el resplandor anaranjado, sus hombres surgieron de la ruina humeante arrastrando un cuerpo. Lo lanzaron a los elegantes zapatos del hombre con un ruido sordo.

 —Don Lorenzo... hemos cumplido su orden  — dijo uno, con la respiración agitada —. Los explosivos destruyeron el cargamento... y acabamos con Bruno.

Lorenzo sonrió glacialmente al ver en el suelo la cabeza cercenada de Bruno Santtorini, el más temido ejecutor de los rivales. La sangre teñía de rojo los blancos cabellos.

 — Bien. Los Santtorini deben entender que esta ciudad ahora tiene nuevos amos. — Expresó mientras se agachaba para tomar del cabello la cabeza cercenada de su enemigo.

 — Llévenle esto de regalo a Darío... y díganle que si se empeña en mantener este conflicto  enviaré al resto de su familia al infierno muy pronto. —susurró antes de dar media vuelta.

El fuego suspiraba a sus espaldas, sobre los restos del almacén Santtorini, mientras Lorenzo se alejaba lentamente echando una última bocanada de humo. La guerra estaba por recrudecer.

En los años 1950 en Alemania, Berlín. Las dos mafias más grandes y poderosas de la época, se disputaban el control del floreciente comercio de metanfetamina en la ciudad. Por un lado está la temible familia Romanov, inmigrantes rusos apodados los Fearless Wolves (Lobos Sin Miedo) por su ferocidad y falta de temor a la muerte. Su líder, Don Lorenzo Romanov, es un hombre ambicioso, despiadado pero fiel a sus principios, por azares del destino tuvo que escapar de su país de origen trayendo consigo su esposa Beatrice y su primer hijo Edward. El zar ruso había puesto precio a su cabeza, sin embargo ya todo eso había quedado en el pasado y ahora se había convertido en un rey de la droga en las sombras de Berlín.

Su rival es la ancestral familia Santtorini, conocida como los Kings In Red (Reyes de Rojo) sanguinarios mafiosos italianos que llevaban décadas controlando la ciudad. Su actual patriarca, Alessandro Santtorini, había visto con recelo después de muchas batallas, cómo los Romanov ganaban poder e influencia día tras día con su red de producción y tráfico del estimulante cristal.

Las luchas eran encarnizadas. Los Santtorini intentaban frenar por todos los medios el ascenso imparable de Don Lorenzo, pero el visionario y despiadado jefe de los Romanov sorteaba los obstáculos con brillantez. Meses después de haber iniciado la contienda. Alessandro enfermó tras beber de una copa de vino envenenada, el patriarca Santtorini falleció consumido por una misteriosa fiebre, dejando como heredero a su impetuoso hijo Dario Santtorin apodado "El Toro" a cargo de la familia, Esto sólo intensificó la lucha al no haber un vencedor.

La disputa entre estas dos dinastías del crimen organizado alcanza niveles de violencia nunca vistos. Sus enfrentamientos callejeros y ajustes de cuentas siembran el terror en la noche berlinesa. La guerra entre clanes ha dejado una estela de muerte y tragedia entre la población civil de Berlín. Comerciantes extorsionados, ciudadanos inocentes víctimas del fuego cruzado, huérfanos y viudas nutren el rencor contra Romanov y Santtorini. Tras años de siniestra lucha, la balanza comienza a decantarse. 

Los Romanov, liderados por el implacable Don Lorenzo, de 57 años, había derrotado una y otra vez a los Santtorini pero no había conseguido erradicarlos, simplemente no podían someterlos. Su actual patriarca, Darío "El Toro" había fracasado al igual que su padre en  la lucha por destruir a los Romanov, pero también había demostrado ser increíblemente hábil para trucar la mayoría de los planes de Lorenzo, Sin embargo esto no era suficiente los Romanov cada ves cada vez tenían más poder y dominio. Pero esto podría llegar a su final muy pronto. 

Lorenzo contempla la ciudad nocturna desde su despacho, reflexionando con una expresión severa mientras sostenía una carta entre sus manos. “ Supongo que nadie le gana al tiempo” se dijo a sí mismo.

Esta guerra contra los Santtorini se había extendido por 23 años y sólo había traído la destrucción, estaba cansado y hastiado de tanta violencia, con pesar se había dado cuenta de que ahora era un anciano.

Decidido a buscar otro camino, le envió una carta a su rival proponiendo acabar la guerra pero ahora que tenía la respuesta en sus manos simplemente no quería dar el paso.

Estaba frustrado por no poder hacer más, él mismo estaba consciente de que era la única opción para preservar la paz. 

— Está bien Dario, uniremos nuestros clanes, mi hijo desposara a Isabell Santtorini — Expresó en voz alta.

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