No podía darme por vencido.
Ella era la mujer de mi vida, cegado y dominado por inseguridades, cometí el error de dejarla ir, no confíe en ella, me dejé vencer por el dolor y la tristeza de creer en las mentiras que Viridiana fabricó para mí.
Llegué a casa de mis padres, se alegraron de verme, mi madre me abrazo sonriente, casi con lágrimas en los ojos, mi padre me sonrió.
—Bienvenido, hijo, como siempre.
—Vine solo a dejar en claro algunas cosas: Caroline y sus hermanos están bajo mi protección, no estoy con Caroline ahora porque me dejé llevar por las mentiras de Viridiana, y la complicidad de ustedes, pero ya no caeré más, lamentablemente, los voy a preferir lejos.
Se miraron espantados, mi madre dio un paso al frente.
—Lo sentimos mucho, Romeo, creíamos que esa chica no era buena para ti.
—Es la mejor, y la he perdido por tonto, no cometeré ese error de nuevo, me ha permitido acercarme y trataré de conquistarla de nuevo.
—Y te vamos a apoyar con eso —dijo mi padre.
—No me molestar