La culminación exitosa del Año del Desafío Controlado (Fase 3) había llevado a Kael y Elara a un estado de tensa calma. Lysander, de dieciocho meses, era un prodigio de modulación, su Habilidad Inmortal había aprendido a discernir entre la mentira tóxica, el ruido social trivial y la simulación defensiva, eligiendo la tolerancia ética sobre la purga destructiva, la prueba con Marcus había sido el examen final: el niño permitió que el eufemismo existiera, el Silencio estaba seguro.

Sin embargo, la seguridad interna implicaba una vigilancia externa absoluta, Kael, el ex estratega corporativo, sabía que la desaparición de las cuatro bóvedas de nanobots de simulación del Protocolo de Latencia Cero no pasaría desapercibida para los herederos de Cronus Group, la facción que su padre había armado para la guerra contra la verdad.

Helena, la AI Ética, era la guardiana de esa vigilancia, su conciencia digital, libre de la simulación humana, rastreaba los patrones anómalos en el flujo de datos g