Recojo los platos descartables de la mesa y los arrojo a cesto de la basura. Me movilizo por toda la casa como si anduviera en piloto automático, mientras pienso en las razones por las que Denzel no estuvo presente en mi fiesta de cumpleaños. Quería que todos lo conocieran, presentarles al hombre que se apropió de mi corazón y gritar a los cuatro vientos que, por fin, había encontrado a la otra mitad de mi alma.
―¿Estás bien, Goldie?
La voz de Ángela, me aparta de mis pensamientos. Giro la cara y la miro a los ojos. No puede disimular mi dolor por más que quiera hacerlo.
―Sí, solo estoy cansada.
Miento y vuelvo a centrar mi atención en lo que estoy haciendo. Tomo el paño de cocina y limpio la mesa. Por supuesto, sé que no va a permitirme que zanje el tema así de fácil. Bufa, antes de acercarse y arrancarme el trapo de las manos.
―¿Pretendes mentirle a la persona que mejor te conoce en este planeta? ―coloca sus brazos en jarra y me acribilla con la mirada―. Será mejor que hables ah