Helena despertó del mundo de los sueños por un fuerte dolor de cabeza que apretó con crueldad sus sienes. Liberó un quejido de molestia y levantó una de sus manos hacia su cabeza, tratando de apaciguar el dolor.
Por un momento se negó a abrir los ojos, su cama, como nunca antes, se sentía blanda y mullida. Sus sábanas acariciaban su piel con cariño y el calor abrazador de la calefacción funcionaba mejor que nunca.
“Un momento.”
Se dijo a sí misma hacia sus adentros y aun con los ojos cerrados.
Ella ya no tenía cama, ni colchón, ni calefacción ni nada.
¿Estaba durmiendo en un banco de plaza y su percepción de la realidad se había alterado?
Lentamente comenzó a abrir los ojos, tratando de recobrar los recuerdos de su pasado reciente y poder unir las piezas.
Había salido del departamento, completamente desamparada y le habían robado, eso lo recordaba a la perfección.
Luego…
-David…-
El nombre de su mejor amigo salió como un susurro de su garganta
Abrió los ojos de golpe.
“¿Dav