¿Por qué nos aferramos a lo que nos hace mal? Helena está desesperada, necesita dinero para pagar sus deudas que crecen y crecen ya que se ha quedado huérfana y debe hacerse cargo de su hermano menor que se enferma con frecuencia. Un puesto de secretaria presidencial de las INDUSTRIAS ALLER S.A. podría cambiar su vida, pero Helena jamás pensó que un requisito indispensable sería tener que soportar diariamente al CEO de la empresa, Sebastián Aller, hijo mayor y heredero de casi la totalidad de las riquezas, además de ser un ogro arrogante y narcisista . El deseo de Helena de una vida mejor se cruzará con los deseos de Sebastián, quien se regocija de que su riqueza va a aumentar al unirse en un matrimonio acordado con su nueva esposa Europea, hasta que una nueva cláusula del contrato que su abogado olvidó aparece como una piedra en su camino, Sebastián teme no poder cumplir con este nuevo requisito, perdiendo todo y dejando como nuevo CEO a su envidioso y resentido hermano menor Alan, quien hará lo imposible por destruir su vida. ¿Será Helena quien ayude a Sebastián a cumplir con esta cláusula? Helena no sabe hasta donde llegará con tal de que su hermano tenga una vida mejor.
Leer más- ¡Esto es ridículo! - gritó el hijo menor de la importante familia Aller al abogado y a su hermano mayor, Sebastián Aller, que sonreía complacido por la nueva noticia mientras miraba a su hermano ponerse rojo como un tomate por la ira.
-Lo siento hermanito, pero son las últimas palabras de nuestro querido y difunto padre. - se burló de él.
-¡Pero esto no puede ser cierto! papá estaba loco si creyó que sería buena idea dejarte su puesto- protestó- ¡Eres un inútil!, gastas todo nuestro dinero en mujeres, alcohol y autos de lujo. ¡No tenes la menor idea de cómo administrar una empresa! ¡Yo debería ser quien tenga ese lugar! - Gritó golpeando la mesa de vidrio del despacho de abogados.
Sebastián, el hijo mayor y nuevo heredero de más de la mitad de las riquezas que había adquirido su padre con su empresa tecnológica, sonreía divertido sin decir nada, sabía que había ganado esta batalla. No le importaba que su hermano llore y patalee, no le daría ni un centavo más.
-Lo siento señor Aller-Le respondió a Alan el asustado abogado- Pero son los deseos de su padre, para usted el 35 por ciento de los ingresos y a su hermano Sebastián el 65 por ciento y el puesto que dejó libre el difunto Señor Aller. – Dijo revisando los documentos.
-¿Lo ves hermanito? Padre sabía quién era el más competente de los dos- dijo ampliando más su sonrisa y mostrando sus brillantes y relucientes dientes que parecían marfil.
-Hay una cosa más- dijo temeroso el delgado y escuálido señor, que parecía un insecto al lado de los dos adonis que tenía delante.
-¿Qué es?- Preguntó impaciente el mayor de los hermanos, quería marcharse de ahí cuanto antes, odiaba las reuniones y el papeleo, simplemente lo aburrían. No veía la hora de tener todo bajo su poder y en su billetera.
-Para poder cobrar la herencia y mantener el puesto de CEO de las industrias Aller deberá contraer matrimonio con la mujer que su padre acordó en el testamento. Él creía firmemente en la familia y las costumbres, no quería dejar una mala imagen para su empresa.
Ambos hermanos quedaron atónitos, pero más Sebastián, que nunca había sido hombre de una sola mujer, y no tenía en sus planes quedar encadenado en un matrimonio arreglado con una mujer insoportable y caprichosa que seguramente lo haría miserable.
-Esto se está poniendo interesante- exclamó divertido Alan, sabiendo que su hermano no podría aceptar esa cláusula.
-Cállate- gruñó el hermano mayor
-En el caso de que esto no se llegara a cumplir, el Señor Alan sería quien herede el puesto y la mayor parte de las ganancias.
-Basta de habladurías y dime de una vez quien va a ser la mujer con la suerte de casarse conmigo.
Alan puso los ojos en blanco, el abogado agarró el testamento y leyó en voz alta:
-La señorita Katlyn Walker, heredera y dueña de la empresa de cosmética más grande de Europa.
Ambos hermanos quedaron boquiabiertos al escuchar el nombre de la prometida de Sebastián.
Para el nuevo heredero, ahora no eran tan mala idea casarse, esa mujer dormía en colchones de euros, si juntaba sus riquezas con las de ella sería asquerosamente millonario, no tendría límites. Pensó saboreando e imaginando sus nuevas adquisiciones para cuando esté casado.
Pero Alan, que pensó que finalmente su hermano recibiría el castigo que merecía, ahora quería asesinarlo. Porque él sabía perfectamente quien era esa mujer, la había amado desde que tenía memoria, y había imaginado, una vez muerto su padre y con el poder en sus manos, en pedirle matrimonio. Pero ahora su hermano se la iba a quitar, ¡A la mujer de sus sueños! No podía permitir que ese idiota le pusiera las manos encimas a una mujer tan hermosa y prestigiosa como ella.
Alan se levantó de golpe de la mesa de reuniones, tirando la silla con brusquedad.
-¿A dónde vas hermanito?- preguntó con un tono insoportable e irritante.
-Ya no tengo nada que hacer aquí, disfruta de tus riquezas hermano, ojalá que la vida te dé lo que te mereces.
-Lo mismo espero hermanito. –
Alan salió de la oficina cerrando la puerta con fuerza.
-Encárgate de todo el papeleo y del compromiso- le ordenó al abogado- Debo ir a ordenar mi nueva oficina- Sonrió victorioso.
Al final de cuentas ese viejo arrogante y narcisista había sido bueno en algo. Dijo para sí mismo, pensando en su padre a quien nunca había soportado en vida.
-Gracias por cuidarlo, enserio, la niñera no quiso venir porque fue sin anticipación y…
-Está bien Hele, no te preocupes. Y vete rápido que no vas a llegar a la entrevista
Helena De Luna le sonrió a su mejor y único amigo David, no sabía cómo agradecerle por aceptar cuidar a su pequeño hermano a último momento. Desde que su padre había muerto de una grave enfermedad habían sido solo ellos dos contra el mundo. Lucas se había convertido en un hijo para Helena, pero también había sido muy difícil para ella esta responsabilidad, porque el pequeño era un niño muy delicado y que se enfermaba con regularidad, teniendo que correr varias veces al mes al hospital y dejar debiendo grandes facturas que no tenía idea cuando iba a poder pagar.
Pero hoy tenía algo de esperanza, porque había encontrado en internet que buscaban a una nueva secretaria para el nuevo CEO de una empresa tecnológica de la que no tenía idea, pero parecía que daban buena paga, y realmente necesitaba el dinero.
-¡Gracias David Gracias!- Dijo saltando encima suyo y abrazándolo con fuerza
El joven rio de la actitud infantil de su amiga, pero disfrutando del abrazo, luego la soltó, aunque realmente no quería.
-Apúrate. - le ordenó con una sonrisa.
Helena le dio un beso en la frente a su hermanito que estaba en el suelo jugando con sus viejos juguetes.
-Sé bueno con David ¿Si? En un rato vuelvo.
El niño asintió sin dejar de jugar.
-Cualquier cosa me llamas- le dijo a su amigo antes de salir.
-Si, si, ¡vete de una vez!
Helena le sonrió y salió corriendo de su pequeño monoambiente en el centro de la ciudad.
La joven estaba corriendo con el corazón en la garganta, el bus había demorado más de la cuenta en llegar y estaba llegando con el tiempo justo.
Divisó el gran edificio de miles de ventanas y muchos pisos que estaba en la vereda de en frente y que tenía un gran cartel iluminado que decía “INDUSTRIAS ALLER S.A.”.
Cruzó la calle, pero como siempre había sido una mujer torpe y distraída, su tobillo se dobló porque no estaba acostumbrada a los zapatos de tacón y calló en cuatro patas en el duro cemento de la calle, raspándose la rodilla y manchando con agua sucia su curriculum
-¡Maldita sea!- sacudió el papel que ahora estaba arruinado e impresentable.
Intentó levantarse adolorida cuando escuchó el rechinar de unas llantas.
Todo pasó muy rápido, vio como un vehículo negro de alta gama se acercaba a gran velocidad hacia ella y que parecía que no iba a lograr frenar.
Helena no hizo otra cosa que cerrar los ojos con fuerza y pensar en que su hermanito se quería sin nadie en este mundo.
Sebastián se encontraba sentado en el banco de manera que él mismo había construido para sentarse a contemplar el jardín que Helena había trabajado durante todo el invierno y que ahora en primavera daba sus frutos. Flores de todos los colores decoraron con su belleza el fondo de la mansión de los Aller, y Sebastián no podía sentirse más realizado, ya no necesitaba más nada en la vida, ya lo tenía todo. O por lo menos así se había sentido hacía unos meses, porque desde que su cuñado había cumplido sus 18 años y tomó la decisión de irse a estudiar al extranjero psicología, la casa se sentía muy vacía. Aún recordaba cuánto habían llorado cuando despidieron al niño, que ya era todo un hombre, en el aeropuerto. No solo había llorado su hermana mayor, sino también él, luego de tantos años viviendo juntos se había convertido en su hermano menor y lo había tratado como tal, dándole todos los gustos y formando una hermosa relación que le hubiese gustado tener con Alan. La vida le había quit
Han pasado tres años desde los sucesos traumáticos que tuvieron a Sebastián y a Helena como protagonistas. Ambos no olvidaron su promesa de contraer matrimonio para sellar su amor para siempre, pero estuvieron de acuerdo en esperar a que las cosas estuvieran calmas para hacerlo. La prioridad de Helena era que Sebastián se recuperara al cien por ciento de sus heridas, y no solo del disparo en su hombro, sino también el de la pierna, haciendo una rehabilitación completa que llevó varios meses, pero finalmente estaba recuperado y volvió a ser el hombre atlético y lleno de energía que siempre había sido. Helena no pudo escapar de su dolor psicológico, luego de que el joven CEO le insistiera en que debía hacer terapia, finalmente la joven aceptó, con la condición de que su amado también tuviera sus propias sesiones para sanar su doloroso pasado, perdonar a su madre, aceptar como fueron los hechos de su abandono y también poder soltar a su hermano, aceptando que él no podía curar ni salva
-¡Helenaaaa!- gritó Sebastián desgarrándose la garganta.Katlyn observó desde el suelo con expresión de horror cómo Helena y Alan caían del balcón, quiso levantarse, pero el dolor la venció.Sebastián corrió con todas sus fuerzas hacia el balcón, con sus lágrimas nublando sus ojos negros por la conmoción de seguramente haber perdido a su amada, porque nadie sobrevive a un piso 27.Se asomó con el cuerpo temblando del horror por la tragedia, esperando encontrarse con las siluetas bajo la fuerte tormenta de los cuerpos contra el suelo abajo a lo lejos.Pero cuando su rostro se asomó por la cornisa, solo se encontró con el cuerpo inerte de su hermano menor rodeado en un gran charco de sangre, porque Helena se había agarrado de la baranda.-¡Sebastián!- Exclamó mientras trataba de no soltarse del caño mojado por la lluvia que la separaba de caer al vacío y morir en el acto.El joven CEO no dudó ni un segundo en tomarla de las muñecas, aunque el dolor de su hombro lo hiciera gritar del dol
Katlyn se cubrió su cabeza con sus manos contra el suelo cuando escuchó nuevamente el estruendo del arma llenar la habitación. Cuando todo se hizo silencio levantó su rostro hacia Alan, deseando encontrarlo muerto contra el suelo con un disparo en la cabeza.Pero se encontró con Alan parado en el lugar, agarrando su brazo mordido por la rubia y mirando fijamente hacia su hermano mayor.Helena miró con terror hacia Sebastián, le había errado el disparo, ni siquiera había tocado cerca de Alan, la bala había desaparecido por la ventana, seguramente golpeando muy lejos de allí.-Sebastián- exclamó haciendo que el joven CEO reaccionara y volviera a disparar varias veces seguido.El azabache entró en sí y volvió a apretar el gatillo con las manos temblorosas.Pero la pistola hizo clic una y otra vez, sin que ninguna bala saliera del cañón, que ahora estaba vacío.Había fallado la última bala que quedaba en el arma.Poco a poco Alan comenzó a reír, primero por lo bajo, luego una risa burlon
-¡Noooo!- El disparo salió del arma, llenando con el estruendo la oficina. Sebastián aún estaba con los ojos fuertemente cerrados y respirando agitado por el shock, sintiendo que el aire dejaba de entrar a sus pulmones. “¿Acaso ya estoy muerto?” Se preguntó al no sentir el disparo en su frente. “Quizás fue instantáneo y no sentí dolor alguno” Abrió los ojos, primero uno, luego el otro. Encontrándose con que Alan no estaba parado justo sobre él y lo primero que pudo reconocer fue el techo color negro de su oficina. “Sigo vivo” pensó finalmente. Instintivamente se giró hacia Helena, que estaba tirada en el suelo a unos metros de él, en el mismo lugar de siempre. Eso fue un alivio, Alan no se había llevado a la pelirroja. Quiso arrastrarse hacia ella, intentar de alguna forma protegerla con su cuerpo. Pero un quejido detrás suyo lo detuvo. El CEO se giró sobre su cuerpo, sintiendo el fuerte dolor de su hombro, haciéndolo volver a las sensaciones agónicas del disparo. Cuando sus
Sebastián vio todo rojo, su vista sólo podía enfocar a Helena sin ropa contra el suelo con sus ojos celestes apagados y sin vida y Alan encima suyo en contra de su voluntad.Todo pasó en un segundo.-¡Ahh!- gritó con bronca el CEO, aventándose contra Alan, alejando sus manos asquerosas y su lengua del cuerpo de la pelirroja, quien dentro de su shock sintió que el peso se liberaba, pero aún no reaccionaba.Katlyn vio como los dos hermanos chocaron contra el duro escritorio y comenzaron a forcejear en una danza violenta en la que no supo quién estaba ganando y quién perdiendo. Pero supo que no podía quedarse mirando, tenía que huir de ahí, porque si Alan ganaba, su vida estaba condenada.Estuvo a punto de salir corriendo de allí, pero la culpa y el remordimiento la invadieron. Miró a Helena, que aún estaba contra el suelo con la mirada a la nada y supo que no podía dejarla, jamás se lo perdonaría.Corrió hacia ella lo más rápido que su cuerpo pudo y se arrodilló frente a la pelirroja.-
Último capítulo