-¡Suéltame! ¡Bájame ahora!- chilló la pelirroja, pataleando sobre el fuerte hombro de Sebastián, quien la ignoró y entró al ascensor con Helena a cuestas, para él era como peso pluma, esa mujer no pesaba nada.
-No hasta que entremos al coche.
-¿Estás loco? ¡Esto es un secuestro! ¡Ayuda!
-Grita lo que quieras, borracha. Dudo que alguien se anime a desafiarme.
-¿Te crees la gran cosa eh?- intentó molestarlo.
Luego de eso la pelirroja siguió balbuceando insultos y cosas incoherentes que el CEO prefirió ignorar.
Cuando llegaron al auto la puso en el asiento trasero, colocando el cinturón como si fuera una cuerda opresora y cerrando la puerta con la seguridad de niños para que no se escapara.
-¿A dónde me llevas? ¿A tu mazmorra de pervertido? - preguntó con sarcasmo, aunque por dentro deseaba que no fuera cierto.
-Ya quisieras- sentenció con molestia el heredero, comenzando a manejar lejos de allí, sintiendo el dolor punzante en los nudillos de su mano derecha, que le recordaban lo que hab