-¡Noooo!-
El disparo salió del arma, llenando con el estruendo la oficina.
Sebastián aún estaba con los ojos fuertemente cerrados y respirando agitado por el shock, sintiendo que el aire dejaba de entrar a sus pulmones.
“¿Acaso ya estoy muerto?” Se preguntó al no sentir el disparo en su frente. “Quizás fue instantáneo y no sentí dolor alguno”
Abrió los ojos, primero uno, luego el otro. Encontrándose con que Alan no estaba parado justo sobre él y lo primero que pudo reconocer fue el techo color negro de su oficina.
“Sigo vivo” pensó finalmente.
Instintivamente se giró hacia Helena, que estaba tirada en el suelo a unos metros de él, en el mismo lugar de siempre. Eso fue un alivio, Alan no se había llevado a la pelirroja.
Quiso arrastrarse hacia ella, intentar de alguna forma protegerla con su cuerpo.
Pero un quejido detrás suyo lo detuvo.
El CEO se giró sobre su cuerpo, sintiendo el fuerte dolor de su hombro, haciéndolo volver a las sensaciones agónicas del disparo.
Cuando sus