El sonido de los cubiertos era lo único que se escuchaba en el condominio.

Magnus estaba sentado frente a mí, perfectamente compuesto, comiendo como si el silencio fuera un manjar. La mesa entre nosotros parecía un anuncio de comida saludable: salmón a la parrilla, verduras al vapor y agua con limón. Ni siquiera había arroz. Extrañaba el arroz.

Clavé un trozo de brócoli con el tenedor, mirándolo como si me hubiera ofendido personalmente.

"Delicioso", dije sin entusiasmo, masticando sin ganas.

Magnus no levantó la vista. "Deberías comer más. Es bueno para el bebé."

El bebé al que probablemente desheredarías si resultara ser niña.

Sonreí… Esa sonrisa educada y brillante que usas cuando en realidad quieres poner los ojos en blanco y tomar un sorbo de agua con limón.

Dejé que el sabor ácido se quedara en mi lengua por un momento, fingiendo que era solo el limón y no el pensamiento.

Por supuesto, no dije eso en voz alta. No puedes acusar a un multimillonario de paternidad selectiva durante