El clic de mis tacones resonó por todo el piso de mármol del lobby de los Del Fierro, fuerte, confiado y absolutamente engañoso, porque por dentro?
Colapso mental total.
¿Mi atuendo? Perfecto.
Blusa elegante, falda ajustada, cabello tan suave que podría estar en un comercial de shampoo.
¿Mi cerebro? Caos absoluto.
Abracé mi bolso, intentando parecer una mujer que tenía su vida en orden. En realidad, estaba caminando como una reina de belleza zombie, mirando al vacío.
Voy a espiar a Lorenzo Del Fierro.
El mismo hombre que quería verme muerta. El hombre que me miraba como si yo fuera una escena criminal caminando. El hombre cuyo temperamento tenía su propio trastorno de personalidad.
Y voy a sentarme a su lado todos los días.
¿Tomar notas? ¿Traerle papeles?
¿Llevarle café? ¿Y si muerde? ¿O me lanza una engrapadora? ¿O me empuja a otra piscina?
Mi cerebro decidió reproducir las palabras de Amore en sonido envolvente:
"Espía a Lorenzo."
"Sé su secretaria."
"No me desobedezcas."
Sí, quizá