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—No vale la pena, Alex—. Me agarró con fuerza y me hizo retroceder un paso.

—Sí, Alex, escucha a la zorra—. Mitch sonrió satisfecho. Dios, quería arrancársela de la cara de un puñetazo.

—Vamos. La voz de Cristal era firme mientras lo ignoraba.

Cada parte de mí ansiaba desatarse contra Mitch. No tendría ninguna oportunidad. Por fin aprendería a no meterse conmigo ni con lo que es mío. Estaba a segundos de hacerlo yo también. Pero al oír la voz de Cristal supe que, si lo hacía, huiría despavorida.

Con los ojos fijos en Mitch, me acerqué para coger la mano de Cristal. Una vez que la sentí en mi mano sentí que me relajaba.

—Muévete.

Mitch se quedó un momento mirándome. Pasó un buen minuto antes de que se hiciera a un lado. Más que dispuesta a salir de aquí, me acerqué a la puerta.

—Diviértete con la zorra, Kinley.

Me giré dispuesta a darle un puñetazo a pesar de lo que dijera Cristal, pero ella se me adelantó. El brazo de Cristal se soltó y descargó un puñetazo directamente en la misma me
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