Capítulo 11

El comienzo de la semana me resulta espantoso. Empecé a trabajar más temprano en el

Blue Moon y estamos atascados de clientes. Ya me quemé con café por tercera vez en las

muñecas. Estoy a toda prisa; atiendo, tomo pedidos y cobro en caja. Cambio y vuelvo a

atender. Me olvido de lo que me piden y les pido, por favor, que me lo repitan. La clientela

está difícil. En mi mente solo merodea el nombre Matt Voelklein y con él todas las imágenes

placenteras del fin de semana.

Él comprando el club nocturno Zinza, él en mis relatos contra un ventanal y, sobre todo,

en mi pecho entre juegos. Me tenso, lo recuerdo, me ruborizo y meneo la cabeza. Las

hormonas, son las hormonas.

No he recibido ningún mensaje suyo, y no es que me preocupe. Somos un equipo de

trabajo. Sí, así puedo decirlo. Eso me da tranquilidad. Decir que es mi musa me tensa, me

provoca un revoltijo nervioso en el estómago. Él es todo lo que quiero, pero no me ve como

algo más, y lo entien
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