Enamorarse no es fácil. Una hermosa psiquiatra se enamora de su paciente que alucina provenir del pasado y eso le trae muchas complicaciones en su vida. El sujeto, además, es un gran mujeriego, conquistando a cuanta fémina se le cruza en el camino. Maridos despechados, entonces, intentarán matar a este Don Juan empedernido. La doctora, entretanto, deberá lidiar con otros hombres que la desean, están muy enamorados de ella y le ofrecen hasta ventajosos contratos de matrimonio por su amor. La clínica donde ella labora, igualmente, es apoderada por una mafia de tipos inescrupulosos que hacen una pingüe fortuna con la venta de medicinas, poniendo en riesgo la vida de ella, pues al enterarse de todo, intentarán matarla. Mientras tanto, la psiquiatra cae rendida y seducida a ese hombre que flirtea con muchísimas otras mujeres que sueñan con lograr su amor, traicionando a sus esposos creando una vorágine de infidelidades y riesgos, incluso hasta de morir. "El amante perfecto" entonces es una novela muy romántica, audaz, diferente, de muchas emociones, suspenso, humor, mafias, contratos de matrimonio acción y peligro constante de los protagonistas en enredos súper divertidos. Una historia completa que atrapará al lector de principio a fin.
Ler mais¡¡¡Esteban me engañaba con mi mejor amiga!!! No podía creer lo que veían mis ojos. Yo sospechaba, desde antes, que él me era infiel. No soy tonta, quizás confiada y noble, pero no bobalicona y su comportamiento era muy sospechoso de buen tiempo atrás. Había dejado de verme los viernes, no contestaba mis llamadas y no quería que le viera el móvil, las veces que nos citábamos en el parque. Siempre olvidaba su celular en casa y eso me parecía muy raro y sintomático, porque cuando nos enamorados, era un maníaco del teléfono. Con la sospecha de que había otra mujer en medio de nosotros y a sabiendas que había salido como lo hacía todos los fines de semana, llamé a su madre y ella atizó aún más la hoguera de mis celos convertidos ya en un gran incendio calcinando mis entrañas: -Esteban salió temprano, Andrea, y no sé a dónde fue, todos los viernes es lo mismo, sale y vuelve muy tarde-, fue lo que me dijo su mamá.
Grrrrrrr, sentí al furia y la ira reventando como truenos dentro de mi cabeza. A punto de estallar por la cólera, llamé a todos los amigos de Esteban, tratando de saber de él, y ellos obviamente, trataron de salvarlo del huracán que se le avecinaba, pero, afortunadamente, no faltó un despistado que me dio una evidencia: la pizzería de la esquina de su casa, donde lo había visto varias veces, justamente los últimos días viernes. Qué coincidencia ¿no? Iracunda como estaba me encaminé hacia allá, con la seguridad de que Esteban jugaba con mis sentimientos, se reía de mí y a mis espaldas sostenía amoríos con alguna tipa, sin imaginar, ni por asomo, que era ni más ni menos que mi mejor amiga. Y, en efecto, lo vi infraganti. Él estaba allí, riendo, celebrando, haciendo bromas, muy acaramelado con una chica, junto a una de las mesas de la pizzería. Me acerqué sigilosamente para cerciorarme y me escabullí en el gentío que formaba largas filas haciendo su pedido. Habían muchos tipos enormes que me quitaban la visibilidad y tuve que empinarme para tratar de ver algo. Meneando la cabeza fui distinguiendo la cabeza grande de Esteban que parecía un globo, sus pelos revueltos, escuché su risa siempre estruendosa y la risita de una mujer que me pareció conocida, una tonadita pícara, traviesa y de niña consentida. Entonces con la seguridad de que Esteban me engañaba me le enfrente y ¡plop! me encontré cara a cara no solo con él sino también ¡¡¡con mi mejor amiga, Pamela!!! Ya se imaginarán. Quedé boquiabierta, estupefacta, pasmada y dolida. Mi quijada rodó por los suelos, mis pelos se erizaron, empalidecí de pronto y mis ojos se encharcaron de lágrimas. Todo podía soportarlo menos ver a Esteban y Pamela juntos. Él le tenía las manos tomada y se quedó tan o más lívido que yo. Y se imaginarán también lo que hice. Hecha una furia, tomé los vasos de gaseosas que bebían y se los aventé a los dos, bañándolos de espuma. Ellos quedaron aún más sorprendidos con mi reacción. -Son unos canallas-, les dije echando humo de mis narices y dándome media vuelta, con mi naricita alzada y haciendo eles con mis manos, meneando las caderas como un barco a la deriva, los dejé allí estupefactos sin saber qué decirme o qué hacer después de haber sido sorprendidos con las manos en la masa. No fue la primera vez, sin embargo, que me engañaban. Raúl, al que quería mucho, del que estaba muy enamorada, al que pensaba noble y apasionado, resultó un mujeriego empedernido y descubrí muy tarde que yo era tan solo "una más" en su larguísima lista de conquistas. Lo peor que él me había dicho un millón de veces que yo era "única en su vida" y que no había nadie más detrás mío. Y como una pobre tonta, le creí. Mis amigas ya me habían advertido de Raúl que era un play boy, fanático de las mujeres, tanto que le gustaban hasta las maniquíes de los escaparates, pero yo me había enamorado perdidamente de él. Es que era muy guapo, alto, fornido, con muchos músculos, la barbita sexy y varonil rodeando su mentón y la mirada dulce y cariñosa, poética y romántica. Ay, yo estaba rendida a ese hombre y bastaba que me mirara o me sonriera para que me derritiera como una barra de mantequilla. Yo lo besé primero porque no podías soportar los fuegos que calcinaban mis intimidades. Yo era una gran incendio por su culpa, lo soñaba desnudo, lo deseaba a gritos y por eso, cuando una noche estábamos solos en el parque, me colgué de su cuello como una araña y lo besé tan apasionada que Raúl quedó obnubilado, perplejo y si reacción. ¡¡¡Qué deliciosa su boca!!! En un santiamén quedé ebria de pasión, completamente excitada y extasiada y terminamos haciendo el amor en un hotelucho de mala muerte porque, ya les digo, yo era un incendio y, pues, no me resistí en absoluto para que me haga suya. Fui fácil presa de sus impulsos, conquistando todas mis delicias en un santiamén. Fue una velada delirante. Quedé rendida y obnubilada por sus besos y caricias, tatuando mis curvas, mis pechos, mi ombligo, mis sentaderas y hasta los rincones más lejanos de mi deliciosa geografía dejando bandera de sus incontrolables ansias. Tal fue el eclipse en quedé sumida que le mordí el cuello, me arranché los pelos y aullé convertida en una mujer lobo mientras él alcanzaba mis máximas fronteras con su desbordante ímpetu. Iniciamos un tórrido romance, de mucho fuego y besos, llevándome Raúl siempre a las estrellas con sus caricias tan varoniles que me subyugaban, sin embargo él no tenía la misma pasión que yo tenía, porque tal igual me estremecía y rendía a su encanto, otra larga lista de mujeres sucumbían a su magia eclipsándolas igual o más que yo. No fue difícil descubrirlo. Una noche que él se quedó dormido después de una intensa faena romántica, me alcé ebria de pasión, humeando aún de tanta éxtasis y de pura curiosidad tomé su móvil que aparecía en uno de los bolsillos de su pantalón regado al pie de la cama. La decepción la sentí como un golpe seco en medio de la cara: su celular estaba lleno de selfies y fotos de sus incontables conquistas y en todas las imágenes estaba él muy acaramelado con esa harem de muchachas a las que sometía con su avasalladora masculinidad de dios helénico. Me vestí tranquila, me hice un moño con mi pelo, me fui de puntitas al baño para no despertarlo, llené un balde de agua fría y se la lancé encima, haciéndolo gritar igual si le hubieran pisado un callo. Nunca más volví a verlo en mi vida.EPÍLOGO Me quedaron muchas dudas allí, claveteadas en mi cabeza, que nunca pude dilucidar ni saber ni encontrar las repuestas. Soy muy feliz con Louis, tengo unos hijos maravillosos, mis padres son felices, soy una exitosa poetisa y una excelente profesional, pero jamás pude resolver ese enigma que, ya saben, marcó mi vida para siempre ni resolver esas interrogantes que aún hoy continúan martillando mis sesos y soñando con ese hombre tan dulce y tierno que me llevaba a las estrellas con sus besos y caricias: ¿Quién fue realmente Marcus Green? ¿Vino en realidad del pasado? ¿Pertenecía al Siglo XVIII? ¿Él mismo eligió morir de la misma manera como había ocurrido en su existencia pasada? Eso nunca lo sabré. Yo había terminado en su vida de la misma forma que había acabado Patricia, su esposa en el siglo XVIII, decepcionada y desilusionada. Nuestras historias fueron idénticas pese a las distancias del tiempo y aunque ella se casó con él y yo no, sin embargo, las dos amamos a Marcu
Un año después, Marcia se convertía mamá de un precioso bebé. -La felicidad tarda, pero llega-, le escribí y ella me envió su selfie llorando, con su bebé en brazos acompañada de su esposo también muy emocionado. -Después de tantas desilusiones, amiga mía, al fin conozco la felicidad, espero que tú también seas muy feliz como yo-, fue lo que e escribió Marcia, alborozada. El doctor Martin Brown se casó con Jacqueline. La boda se hizo en los jardines de la clínica y fue una ceremonia muy linda, con muchísimos invitados y pacientes, yo bailé mucho con Louis y por supuesto comí hasta casi reventar je je je. La comida estuvo deliciosa, además. Fue una noche inolvidable, en realidad. Estuvieron varios pacientes míos, a los que había tratado, y compartimos y departimos contándonos anécdotas, recuerdos, vivencias y me contaron que les iban bien, que eran felices y que estaban bastante agradecidos conmigo. -Yo solo cumplí con mi juramento hipocrático.-m reía contenta de verlos súper
Mi vestido de novia fue de ensueño, muy entallado, con una falda amplia y una cola enorme, con velo, guantes, kiara y bouquet. Mi padre me entregó. Mi mamá estaba furiosa con mi papá porque él se la pasó llorando como una criatura. -Cálmate Džiugas, no le malogres la boda a tu hija-, le reclamaba ella una y otra vez. Louis estuvo lindo en su terno, bien peinadito y sonriente. Cuando culminó la ceremonia y le di el sí, y al momento de besarme, me dijo muy emocionado, -nunca lo hubiera creído, Andrea, los sueños se cumplen-, y recibí el mejor beso de mi vida, que me estremeció por completo. La luna de miel la hicimos en un crucero por el Caribe también como lo habíamos planeado. Estuvimos en playas maravillosa, bailamos mucho en las fiestas que se hacían a bordo y por supuesto hicimos el amor como lobos hambrientos, achicharrándonos en el fuego de nuestra intensa pasión, prodigándonos muchos besos y caricias, je. Mi tercer libro de poemas fue un rotundo éxito, superando, i
La policía inició la cacería del sujeto que mató a tiros a Marcus Green. La prensa presionó mucho porque la víctima había estado siendo tratado en la clínica psiquiátrica y el criminal tenía muchos antecedentes de violencia no solo doméstica contra su esposa, sino también contra vecinos y otras personas a los que agredió y mandó al hospital. Entonces los periodistas decían que ese hombre era un peligro latente en las calles y exigían a gritos su cabeza. No solo era un crimen pasional, sino también un atentado contra la comunidad en general. La presión que ejerció la policía para dar con el asesino dio resultado y el tipo fue, finalmente cercado en un callejón baldío. Los agentes lo rodearon y exigieron que se entregue pero el hombre decidió enfrentarse a los custodios a balazos. Estaba enajenado, en realidad, enceguecido por su propia violencia. Él estaba bien armado, con suficiente municiones, y entonces hubo una verdadera batalla que se prolongó por casi una hora con un furioso i
La madre de Marcus, días después regresó a la ciudad, se encargó de los trámites y se llevó el cuerpo de su hijo a Escocia. Todo lo hizo en secreto, sin comunicar nada a nadie, menos a mí, por supuesto. No pude verla a ella y ni sabía que había venido y que se había llevado a Green. Yo me había encerrado en mi casa y me dediqué únicamente a llorar. Ni siquiera fui a trabajar. Llamé a Brown informándole que estaba devastada por el asesinato de Marcus y que necesitaba de una semana para recuperarme. -No te preocupes, Andrea, yo también estoy muy afectado-, me dijo Brown y me dio la licencia. Apagué el celular y no quise saber nada del mundo que me rodeaba. Pensé en dedicarme a retirar el cuerpo de Marcus de la morgue, el sepelio y el entierro, sin embargo, los forenses me informaron que la mamá de Marcus ya se había encargado de todo y que se llevó el cuerpo a Escocia, dejándome desconcertada y desairada, sin embargo, ella estaba en su derecho y tampoco tenía por qué comunicarme. Y
Fue una semana horrible. Yo lloraba y lloraba, desesperada, angustiada, sin saber qué hacer y me jalaba los pelos porque estaba segura que iban a matar a Marcus. La pesadilla me resultaba reveladora. Eso sí lo sabía. Desesperada le mandaba mensajes de texto a Harris pero él no contestaba, él incluso pensaba que yo había enloquecido. Y así, sin saber qué hacer, sumida en la angustia, no tuve más opción que resignarme a la suerte de Marcus. Él había elegido ese destino, me lo dijo en mi pesadilla. Marcus no quería que yo siguiera sufriendo. Entonces ocurrió. Jamás voy a olvidar ese jueves por la noche. Justo había terminado una terapia con un paciente y había copiado en el sistema su historia clínica. Todo el día había hecho frío. El cielo estuvo siempre encopetado, todo el día, había un viento muy fuerte, sumaban muchas nubes enormes y oscuras tapando el firmamento y el ambiente era tétrico y lastimero en la ciudad. Guardé los datos del paciente en el archivo de la clínica y me
Último capítulo