Habían pasado dos días desde aquel suceso, pero para Liam era como si el tiempo se hubiera estirado, arrastrándose dolorosamente. El peso de la revelación seguía hundido en su pecho como una hoja clavada en la carne. Fijó la mirada en la tienda donde Colen estaba prisionera, su mente girando en un torbellino de emociones contradictorias. Ira. Culpa. Asco. Deseo de venganza.
Damon se acercó, silencioso como siempre, y le tendió una taza caliente. El vapor subía en espirales, pero Liam no sintió ningún consuelo. Solo un vacío creciente.
"¿Ya hablaste con ella?" preguntó Damon, rompiendo el silencio cortante.
Liam negó de inmediato, su voz ronca por las noches sin dormir.
"He estado… pensando en estos dos días. Pensando demasiado, y no llegué a ningún lugar."
Damon resopló, mirándolo de reojo.
"Tengo que preguntarlo. ¿Tú ya lo sabías?"
Liam desvió la mirada, observando el líquido en la taza como si allí estuviera la respuesta.
"No. Fue una sorpresa para mí también." Pasó una mano por el